13 nov 2019

De aventuras por Cataluña (IIII)

¡Hola de nuevo! Ya estoy otra vez aquí para daros la chapa sobre cómo me va la vida por aquí arriba.

La última vez que escribí fue en mayo, me hallaba yo recién empezado a trabajar en Cal Pep y aprendiendo más cosas sobre el mundo de la hostelería, algunos días con más faena, otros con menos, pero siempre teniendo un alto porcentaje de turistas como clientes, de los cuales la inmensa mayoría son extranjeros y muchos de ellos venían por recomendación de amigos.
Con los compañeros del trabajo seguía bien la cosa y uno de ellos me dijo de ir con él a hacer escalada a un rocódromo "indoor". Fui a probar, la verdad es que me gustó bastante a pesar de las agujetas que tenía al día siguiente y, tras ir varios días, me apunté al rocódromo porque así hacía algo de actividad física, que lo más que hacía era ir andando medianamente ligero desde la parada del metro hasta el trabajo (1 km) y viceversa.

Ya dije en la entrada anterior que no descartaba que hubiese más cambios de compañero de piso, y así ha sido la cosa: a finales de mayo veo a mi compañero lituano con maletas hechas cuando vuelvo del trabajo cerca de las 5 de la tarde, me dice que se va de viaje a Tailandia un mes o dos, y luego volvería aunque no sabía si a este piso, y que me quedara o vendiera una pedazo de pantalla de ordenador de 25 pulgadas y un sillón de ordenador de esos de gamer con acolchado cervical y lumbar y respaldo reclinable hasta 170 grados. Yo pensaba que se iba de vacaciones, pero parece ser que se iba definitivamente según me comentó mi casera unos días después cuando fui a pagarle el alquiler, así que cambié mi sillón de ordenador y puse la pantalla a la venta, y tras medio mes de gente visitando el piso, que en verdad tampoco ha venido mucha gente, el sustituto del lituano ha sido un chaval italiano que trabaja en un restaurante de cerca del piso.

Paralelamente, en ese tiempo hasta casi mediados de agosto he ido quedando con Cristina, José Carlos y Jenya (Anabel aparecía más bien poco) algún que otro domingo o incluso lunes, que es cuando yo tenía libre, y también con un compañero de Hispania Romana que vive en Sabadell con el cual he hecho algún entrenamiento.
He mencionado que hasta casi mediados de agosto porque Cal Pep cerraba del 11 al 31 de ese mes por vacaciones, y la verdad es que fueron más que merecidísimas después del montón de trabajo que tuvimos la primera semana de agosto, esa semana nos dieron tela. Bueno, para mí no fueron vacaciones laborales propiamente dichas porque en esos cuatro meses que se cumplían no me llegaban los días correspondientes para esas tres semanas, pues tuve un simple contrato de cuatro meses, me lo rescindieron pagándome todo lo que marca la ley y en septiembre me hacían un nuevo contrato.
Total, que cerrábamos 3 semanas y yo, por supuesto, tenía pensado bajarme a Riotinto a disfrutar de familia, amigos y de las fiestas patronales en honor a San Roque que empezaban el día 14; así que el día 10 fue el último día de trabajo, estuve descansando un poco el 11 y el 12 y el día 13 cogí el tren hacia Sevilla donde me esperaban mis padres para llevarme a casa.
Los detalles sobre esas tres semanas podéis (debéis y tenéis que) leerlos en la correspondiente publicación que escribí en septiembre a la vuelta: Vacaciones (Santillana).