4 oct 2016

Esquila 2016 (2ª Parte)

Continuo, pues, la entrada anterior acerca de la Esquila vivida este año con momentos de reencuentros, momentos de risas, momentos de reflexión, momentos de seriedad y momentos de lágrimas escapando por las mejillas.

Estamos en la quinta noche, se sale de la Casa de Hermandad de los Estudiantes para recorrer la zona baja de El Valle que nos quedaba por recorrer. Llegué demasiado justo a la salida porque ese mismo día fue el cumpleaños de Cristina y salimos a cenar ella, Antonio (no sabía que había vuelto de Zaragoza), Saúl (sí, sí, el mismo que allá por agosto del pasado año partió a tierras orientales por motivo de prácticas laborales de arquitectura) y yo.
Pues eso, tras cenar fui hacia la calle García Lorca y me encontré con que acababan de empezar a cantar, uniéndome con la primera voz. Esta noche es una de las noches en las que no hay ningún "queda" o sólo hay uno y es muy pequeño (una botella o dos de aguardiente y una bandejita de roscos y otra de pestiños), pero el Hermano Mayor nos ofreció un "queda" estándar cuando paramos a cantar en su casa y por el cual quedamos muy agradecidos; así que después continuamos y terminamos esa zona. Luego nos dirigimos a la zona alta de El Valle para cantar en dos o tres casas con la problemática de que el que lleva el carro con los suministros y el cuerno se tenía que ir y parecía que nadie quería encargarse de los aparejos, pero hubo solución, y luego empezó otra vez el lío con aquello de «¿Dónde vamos ahora?», «Ahora toda esta calle» y «Espera que mire el callejero»; siendo reseñable que sólo se cantó una copla en casa de un hermano y esquilero (son dos las que se cantan) por olvido del que lleva la campana y volvimos a su casa y cantamos la copla correspondiente, y fue también bastante gracioso que, cuando estábamos en la última calle, un gato se asomó por la ventana cuando nos oyó cantar y nos seguía con la mirada atentamente hasta que se cansó. Acabamos sobre las 4 de la madrugada y cada uno para su casa hasta el día siguiente.

Como dije arriba, hay noches en las que no hay ningún "queda", o bien hay sólo uno al final, y hay otras noches en las que hay varios más o menos seguidos al empezar. Es el caso que hemos tenido este año durante la sexta noche, al final de la cual tenemos la mejor recompensa a una noche otoñal de coplas.
Fue también una noche de reincorporaciones de algunos esquileros que estaban fuera, como Saúl o José Antonio "el socio". Así pues, salimos desde el bar "El Sindicato" y luego nos dirigimos a CEIP Virgen del Rosario, después de cantar las dos coplas correspondientes hubo un "queda" allí, luego hicimos algo más de recorrido de poco menos de una hora y otro "queda", no habiendo más hasta el final, que nos esperaba ese manjar digno de ser servido en las cortes celestiales, las galletas de "la Dori", y alguno que otro estuvo cavilando sobre si esas galletas podrían ser el origen de los "Phoskitos" por su textura interior, eso sí, al convertirse en "Phoskitos" sufre degradación de sabor, porque esas galletas son lo más rico que he probado en mi vida.