17 jul 2009

Escapadas Varias

Ahora en verano me gusta ir, bien por la tarde (sobre las 7 o poco más) o bien por la mañana tempranito, a lugares en torno a Riotinto. Entre estas escapadas se hallan las que he hecho a los vacies de detrás de Bellavista, alguna cerquita de Corta Atalaya, Cerro Colorado, Cerro del Moro y Marismillas en Nerva... y ya se me ocurrirán más lugares.

He aquí una imagen de Corta Atalaya, la hice cerca del mirador. Ésta es la mayor explotación a cielo abierto de España, cuya elipse mayor es de 1200 metros, el menor de 900 y cuya profundidad es de 350 metros; lo malo es que está muy descuidada y el nivel de agua es bastante alto aun siendo un Bien de Interés Cultural. Antes se podía visitar a través de un itinerario con el Museo Minero, pero desde hace pocos años la empresa que está a cargo de la mina la cerró al público y se abrió como lugar de visita la Peña de Hierro, en Nerva, que no es lo mismo ni de coña, pero algo es algo.

Siguiendo con los detalles de otras de mis escapadas, es curiosa la que fui a Cerro Colorado. Es denominado así por el color rojizo de su terreno, aunque en gran parte de este cerro hay una corta (explotación a cielo abierto); en una ladera encontré la cueva del mítico "tío potaje". Este personaje tan sonado en Riotinto era un mendigo y habitaba en una cuevecilla que era la salida de un respiradero de una de las galerías de la mina. Continuando en Cerro Colorado, he ido desde ahí a una zona detrás de la barriada Alto de la Mesa, donde hay varias grietas de diverso tamaño y profundidad; las grietas son debidas al temblor de tierra que provocan los barrenos, que tras sonar la sirena avisando son encendidos y explotan para sacar a la luz el mineral deseado.

Mi última escapada ha sido al Cerro del Moro, donde aún quedan pocos restos de un emplazamiento romano del siglo II d. C. que consistía en un destacamento militar. Subí a la cima siguiendo los restos de una muralla y anduve un rato por allí encima, luego bajé por la ladera norte de cerro observando los pocos restos mal conservados que todavía se pueden observar medio tapado por pastos de escasa altura. Para volver hacia donde dejé mi moto tiré por un camino que rodeaba el cerro; en el camino, más o menos cerca de unos huertos que hay a la izquierda unos perros bastante grandes empezaron a avanzar hacia mi y a ladrarme, yo cogí un par de piedras y se las tiré para que retrocediera aunque no fue así, siguieron ladrando y avanzado un poquillo más deprisa, lancé algunas piedrecillas más pero el dueño de los perros se percató y empezó a subir medio corriendo desde el huerto al mismo tiempo que los perros subían. Tras verlo a él y a los perros subir más empecé a correr como un condenado hacia donde tenía yo la moto, mirando un poco hacia atrás para ver por donde iban; en menos de un minuto me hice 300 metros y pico, y al parar vi que no me seguían y supuse que se habían dado la vuelta regresando al huerto. Tenía el corazón que se me salía por la boca pero, aún así, subí a un cerro al lado del Cerro del Moro donde hay una chimenea donde calcinaban minerales; después de bajar de ese cerro me fui a la moto y volví a Riotinto.

En fin, aquí acaba esta entrada de la cual quizás pondré segundas partes o terceras.