16 sept 2017

Un verano diferente

Llevaba tiempo pensando en escribir sobre este verano y queriendo escribir antes, pero como ando algo liado y soy un liante, pues me ha dado mediados de septiembre y será un resumen largo (espero que no mucho) porque me planteaba un par de entradas para abarcar más detalles, pero intentaré hacerlo de una sola vez.

Resulta que andaba yo en mis quehaceres cotidianos de estudio de oposiciones a maestro cuando me llamaron del Ayuntamiento de Cartaya para unas pruebas para trabajar como socorrista, pensando yo que sería en la piscina municipal, pero como sólo hay una piscina cubierta y me dijeron que sería un contrato de 4 meses, a lo que pensé «¡coño, playa!» mientras intentaba recordar cuándo y por cuál buscador de trabajo había echado yo el curriculum para tal oferta y no daba con la solución, hasta que el día de las pruebas me enteré que era por el plan de empleo +30 de la Junta de Andalucía.

Había 20 personas citadas para los 8 puestos a cubrir, y nos presentamos 8; lo curioso es que no había nadie de Cartaya, éramos de Minas de Riotinto, Nerva, El Villar, San Bartolomé de la Torre, Lepe y Ayamonte, y el primer reserva (el número 21) era de Málaga.
De esos 8 nos cogieron y/u/o aceptamos 4, que tuvimos una reunión el 1 de junio con el concejal (de aquí en adelante El Jefe), el encargado general de los trabajadores (de aquí en adelante El General), el coordinador de Cruz Roja (de aquí en adelante Echo01 [/eko/], cosas de nombres en clave, y durante toda la entrada me referiré a mis compañeros con nombres en clave), una mujer también del ayuntamiento cuyo cargo no recuerdo y dos compañeros más: Patrón y Vigilante (sí, teníamos un Vigilante Forestal para el tema de cañas de pescar y los perros).
Cuando terminamos fueron a enseñarnos la playa (que está en la desembocadura del río Piedras y tiene otro lado de playa sin vigilancia), las zonas en las que se dividía y datos de interés de las mismas, y aquí es cuando comienza la aventura.

Pues nada, comenzamos el trabajo con 14 días de convivencia y playeo por la cara porque estábamos sin botiquín y hasta el mismo día 14 no nos trajeron los uniformes (camiseta blanca de licra que coge más mierda que los pies de Tarzán y unas calzonas oscuras bien fresquitas de algodón cuyo tiempo de secado oscila entre 1 y 2 horas en caso de que te vuelvas a mojar), además de que hasta el día 15 no llegó el equipo de Cruz Roja con el comienzo de la campaña de verano para coordinar a todo el equipo de salvamento.
Pocos días después del 15 se incorporaron dos nuevos socorristas, uno de La Redondela y otro de Cartaya, y a primeros de julio se incorporaron los dos últimos, uno de Dos Hermanas y una de Bollullos Par del Condado.
La primera semana estuve yendo y viniendo de Riotinto, pero luego encontré una habitación a buen precio en Cartaya donde he convivido con la casera, su hija, un nefrólogo y, a partir de julio, con mi compañero de Dos Hermanas.